En el cotidiano entrelazado de las causas y los efectos, es válido suponer que cada acto busca su origen en un ignoto primer acto y que extiende su sombra hasta el último movimiento del universo, cada cosa es a la vez imprescindible e inevitable. Es una elección, como cualquier otra, decir que este pequeño episodio comenzó el viernes, una reunión que se cancela me pone con treinta minutos de anticipación en el lugar de una segunda reunión, decido caminar y en esa ruta casual, que intencionalmente se demora, encuentro una imprenta. Como debo hacer unos documentos aprovecho la propicia ocasión, todo listo para el lunes.
Los documentos deben ser timbrados en la oficina de impuestos internos, lunes y martes se dan cosas que me impiden ir, entre otras un paro nacional del servicio, el miércoles me levanto con toda la mañana y parte de la tarde disponible para los trámites y descubro, aún en casa, un error del documento que mandé a imprimir, eso hace inútil ir a la imprenta. Paso horas leyendo para hacer provechoso el rato, leo sobre un producto anti cancerígeno muy eficiente, me sorprendo, lo guardo en la memoria, de pronto una revisión casual me muestra que el documento está correcto, yo había equivocado la página en la primera revisión, escasamente prolija, son las once de la mañana. Corro a la imprenta, a las 11:30 estoy allí y curiosamente hay una larga fila de gente esperando, no importa, la oficina de impuestos cierra a las dos, hay tiempo. A las 11:50 me atienden, un error en la guía interna de la imprenta les ha impedido hacer mis documentos, me retiro a mi oficina, son las doce cuando llego a una pequeña cocinería que abre a esa misma hora, paso a comprar mi almuerzo para llevar, como están recién abriendo, la cocinera está en el mostrador, la saludo y recuerdo que yo he atendido a su mamá, soy psicólogo, le pregunto como está y me dice que mal, acaban de sacarle un riñón afectado por el cáncer, como es mayor, no harán quimioterapia ni radiarán, solo le han dicho que “hay que cruzar los dedos para que esto no vuelva”, yo recuerdo la lectura casual y le cuento de esa cosa que parece ayudar mucho en estos casos, por dentro siento algo más grande, todo lo que tuvo que pasar para que yo estuviera ahí justo a esa hora, con el recuerdo fresco de esa lectura en particular. Ella tenía ahora una esperanza, yo, una confianza muy humana, al menos en este caso, el remedio será eficaz.
Si la casualidad, otro nombre de Dios, se muestra tan minuciosa y precisa al buscar un objetivo en este pequeño acto de seis días, me parece ingenuo creer que no es así en todo.
GT
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